Con el inicio del nuevo ciclo escolar nos llegó también la confirmación de una noticia que conocemos de sobra: nuestro sistema educativo es deficiente, en gran medida, porque quienes tienen la responsabilidad de educar a nuestros hijos carecen de los conocimientos y las capacidades necesarios para desempeñar la función.
A nadie debe sorprender que la inmensa mayoría de los aspirantes a ocupar una plaza en el magisterio nacional hayan salido reprobados en los exámenes de selección y que apenas uno de cada cuatro, de acuerdo con los datos de la Secretaría de Educación Pública, hubieran sido considerados como “aceptables”, es decir, aptos para ponerlos frente a un grupo.
Lo que no deja de causar sorpresa es que tanto las autoridades educativas del país como el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación aún pretendan hacernos creer que las cosas “no están tan mal” como parecen.
El Secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, por ejemplo, salió ayer a “rectificar” la forma en la cual todos los medios de comunicación dimos la noticia referente a los resultados del examen de selección aplicado por dicha institución.
De acuerdo con el funcionario, el hecho de que 75 por ciento de los examinados no hubieran obtenido la puntuación necesaria para que se les considerara “aceptables” no quiere decir que estén reprobados, sino simplemente que “requieren nivelación académica”.
Por su parte, la presidenta del SNTE, Elba Esther Gordillo Morales fue aún más allá y prácticamente justificó que los maestros (o quienes aspiran a serlo) no se encuentren bien preparados, alegando que “no se puede educar y formar para el desempleo”.
Así pues, desde la perspectiva de los principales responsables de la calidad de nuestro sistema educativo se trata de una “exageración” considerar que tenemos un problema de calidad en las filas del magisterio, pues basta con ofrecerles cursos de nivelación para colocarlos en situación óptima.
O, mejor aun, en cuanto se generen las condiciones para garantizar que cada maestro egresado de las escuelas normales del país tendrá un empleo, la situación actual se corregirá de inmediato. Como por arte de magia.
Si alguien tenía dudas que las despeje de una buena vez: la calidad del sistema educativo mexicano está lejos, muy lejos de mejorar, porque los responsables de la misma no tienen la menor intención de llamarle a las cosas por su nombre ni, mucho menos, hacer algo para corregir los problemas de fondo que padecemos en este rubro.
Porque mientras no terminemos de reconocer que estamos literalmente reprobados en educación, no haremos nada para modificar tal condición y sólo seguiremos, como ahora, buscando eufemismos para evadir confrontar la realidad de una vez por todas.
¿Es una ‘exageración’ considerar que tenemos un problema de calidad en las filas del magisterio?
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